martes, 1 de mayo de 2012

DÍA DEL TRABAJO


ENTRE EL SACRIFICIO Y LA SATISFACCIÓN DE UNA VIDA DE TRABAJO.

Con este reportaje queremos homenajear a dos
sacrificados trabajadores sozoranguenses;
quienes celebrarán este día tras el duro
oficio con el que han mantenido a sus familias
por más de tres décadas.     

Hoy primero de mayo la mayoría de empleados del sector público y privado disfrutarán de un día de descanso en conmemoración del día internacional del trabajo; sin embargo, la labor sacrificada de muchos trabajadores sin horario no se detendrá.

En Sozoranga hay personajes que para la generalidad de la población son inconfundibles, es el caso de doña Alba Merino, quien lleva 30 de sus 56 años trabajando en el comedor del Mercado Municipal. Junto a su hermana y su ayudante de cocina todos los días desde muy temprano preparan muchas de las comidas típicas del sector, como son la cecina, caldo de carne, empanadas, longaniza, etc.; mismas que son expendidas a sus clientes, quienes se mantienen fieles a la exquisita sazón de estas trabajadoras mujeres.
Para doña Alba el domingo es un día normal 
de trabajo,ella y su hermana elaboran 
exquisitas empanadas, tamales y humitas.

Pese a lo sacrificado del trabajo de doña Alba, ella expresa con satisfacción que ha sido esta actividad y la de su esposo, quien es un artesano de la construcción, lo que les ha dado la oportunidad de criar y educar a sus tres hijos. No obstante, su salud le ha pasado factura; hace un poco más de un año ella sufrió un derrame cerebral a causa de la hipertensión que padece. Aún le cuesta un poco articular algunas palabras, y con tristeza nos dice que su deterioro físico es causa del arduo trabajo que ha desempeñado durante casi toda su vida.    

A menos de tres kilómetros del comedor de doña Alba, en el sector conocido como Los Pozos, encontramos a otro reconocido sozoranguense, don Segundo López; quien ha dedicado casi treinta años de su vida a la elaboración artesanal de ladrillo. Junto a su acogedora vivienda, un rudimentario horno de barro ha sido testigo del tesón y sacrificio de este hombre quien también admite que su trabajo en la ladrillera y la agricultura han sido para él, su esposa y sus cuatro hijos, la base de la economía familiar.

Para don Segundo el gran esfuerzo físico que requiere este tipo de trabajo ha tenido su recompensa en la posibilidad de educar y brindar lo necesario a sus cuatro hijos, quienes ya han hecho su vida lejos de su casa o su pequeña “empresa artesanal” como la llama. Sin embargo, como dice él, las necesidades no faltan y a pesar de estar bordeando ya los 65 años de edad, sigue laborando diariamente ya sea en el campo o en su pequeña  ladrillera.
Don Segundo es uno de los artesanos sozoranguenses 
más antiguos y experimentados 
en la elaboración de ladrillo.    


Comenta que le gustaría hacer algunas implementaciones físicas a su lugar de trabajo, por ello manifiesta que su aspiración es que las instituciones pertinentes apoyen con microcréditos a los pequeños artesanos de este sector, donde varias familias viven de la elaboración artesanal de ladrillo.

Tanto doña Alba como don Segundo en la actualidad no tienen cargas familiares bajo su responsabilidad, pues en ambos casos sus hijos son mayores de edad. Sin embargo, para personas como ellos, después de tantos años, el trabajo por más duro y sacrificado que sea, ha pasado a convertirse en la razón de cada nuevo día. Ellos, no dudan al afirmar que trabajarán hasta el último día que Dios los tenga con vida. 

Reportaje publicado en Diario Centinela / Primero de mayo del 2012.
Greis Flores.

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